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lunes, 14 de diciembre de 2015

Capitalismo industrial

Este texto es la versión escrita de la ponencia presentada por los autores en el
III Congreso Internacional de Análisis Político Crítico, celebrado en Bilbao los pasados 19 y 20 de 
noviembre de 2015.
Subsunción real, posmodernidad, biopoder
Nos encontramos en el estado de la subsunción real del trabajo en el capital; en su crisis, más bien. Y con todo lo que ello implica: que la vida irrumpa tras una temporalidad donde el desierto se extendía en los cuerpos de unos seres vacios (en su sentido más nietzscheano), que la vida rompa con ese tiempo de muerte que ha sido el poder constituido; que, en definitiva, la presencia real de la crisis sirva para dar luz a la obscuridad y hacer de nuevo brotar la vegetación en el desierto vital que era la misma existencia humana.
La crisis, la ventana de oportunidad como diríamos en nuestra disciplina, es la grieta en el tiempo del momento concreto que nos sitúa ante el abismo; ante un futuro que ya no tiene por qué ser el mismo, aunque también pueda serlo, es simplemente la contingencia, la mera existencia de la posibilidad frente al tiempo del dominio donde las alternativas son imposibilitadas. La crisis, encarnada en las resistencias, en la subversión que es el vivir ante la cochambrosa cotidianeidad del dominio, es el acontecimiento, la irrupción insospechada de los sin parte en el tablero que recrea el poder, esto es, como diría Rancieré: la política (Ranciére, 2009). Sí, la política. Por mucho que les pese a esos adalides del liberalismo y de la paz perpetua, la política se define por el antagonismo; y en estos momentos, a pesar del sufrimiento, con las consecuencias de la crisis, plasmadas en resistencias, volvemos a saborear el gusto por lo político.
¿Pero qué es la subsunción real? ¿Y qué implica su crisis? O mejor dicho, ¿qué implica la crisis en la subsunción real? Pues la crisis irrumpe en la subsunción real pero no acaba con esta etapa de momento.
Antes que nada, hay que definir brevemente los conceptos, para saber por dónde nos movemos; por muy obvio que parezca el dominio, quizás, realmente, por ello más que nada.

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